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¿Armas o moléculas?

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Las maneras tradicionales, históricas, de comprender y tratar de explicar los fenómenos de la naturaleza están totalmente sesgadas y, muchas veces, cargadas de prejuicios basados en una visión que, atreviéndome a poner un nombre, podríamos llamar imperio-céntrica. Aún así, están los experimentos, los datos, las evidencias que a contrapelo del paradigma dominante no suelen encajar en las explicaciones preasumidas. Esto ha permitido que inevitablemente aparezcan las acostumbradas contradicciones dentro del marco interpretativo de la biología. Ante esto, muchos científicos han repensado la forma de interpretar ciertos datos y esto ha generado interesantes perspectivas para la biología.

Uno de estos casos se presenta con nuestros conocidos antibióticos. Estas moléculas antimicrobianas que tantos beneficios han dado a la salud humana, fueron siempre citados como los prototipos de aquellas “armas” que todos los contrincantes tienen para utilizar en el campo de batalla que es la naturaleza darwiniana. Actualmente, hay investigadores que nos informan que aquellas armas no eran tales. No había armas tan terribles que justifiquen un ataque tan feroz contra las pobres bacterias, ni ellos son nuestros enemigos declarados. Podemos especular, entonces, que de ser así, dados su existencia desde hace millones de años y su número podrían haber destruido la especie humana hace tiempo.

Investigaciones recientes han llevado a reinterpretar los populares antibióticos como señales de comunicación entre bacterias y no como armas letales sintetizadas para exterminar competidores (no considero casual, que estas nuevas formas de comprender los proceso y las resultados provengan de investigadores españoles, es decir, no angloparlantes). La definición de antibióticos de Brock, es la siguiente: “un agente químico capaz de producir daño en otros microorganismos”. La definición no es errónea, los antibióticos se definen como tales a partir de una observación en el laboratorio en que a ciertas concentraciones pueden inhibir el crecimiento de otro microorganismo. Pero a bajas concentraciones, es decir a concentraciones halladas naturalmente en el ambiente donde vive el microorganismo productor, los principales efectos se observan sobre el metabolismo general de la población regulada y sobre el metabolismo celular, cambiando los patrones de transcripción de una manera dosis dependiente (Martinez y col.) Este fenómeno de diferentes actividades según la concentración se ha denominado hormesis. Y este mecanismo regulatorio se observa tanto en la población productora como en el microorganismo señalado como blanco (el antibiótico como arma), dado que esta sería la función primordial. Como toda sustancia, el exceso puede provocar efectos tóxicos, de ahí que fuesen llamados antibióticos, cuando esto es solo una descripción parcial de su bioactividad.

hormesisEl caso es que los antibióticos, producidos en condiciones normales, en la naturaleza, por microorganismos que están en un estado similar a lo que en el laboratorio denominamos fase estacionaria, e incluso en condiciones denominadas de “stress”, tienen una función de señalización (comunicación) y aquellos genes relacionados a la resistencia, son entonces genes que se activan para producir proteínas que extruyen el “antibiótico”. Y aquellas moléculas, enzimas, codificadas en genes de resistencia, tienen primordialmente una función metabólica como fosforilar precursores de aquella señal o “antibiótico”.

Pero el uso de antibióticos como armas de destrucción, que es como la utiliza el hombre y no los microorganismos, genera una selección artificial y el desequilibrio generado provoca la movilización de genes que pueden ser adquiridos por cepas que produzcan el antibiótico o no pero cambiando el contexto bioquímico, metabólico y regulatorio en donde se desconoce las respuestas posibles en esas condiciones. La propagación de resistencias antimicrobianas es una consecuencia del uso y sobreutilización de los antibióticos. No debemos perder de vista entonces que no existen estrategias de los microorgenismos, sino la propiedad inherente a la vida que es mantener la homeostasis. Y ante la presencia de dosis altas de antibióticos la movilidad de genes y la adquisisción de resistencias es una respuesta homeostática. Y es en este punto donde nuevamente nos encontramos con esta constante: reduccionismo (antibióticos como arma de defensa y ataque) y manipulación (proliferacion de antibioticos) con consecuencias negativas a partir de la aplicación de un marco teórico por lo menos cuestionable, el darwinismo.

Fuentes:

Martinez, J., Fajardo, A., Garmendia, L., Hernández, A., Linares, J., Martínez-Solano, L., 979 and Sánchez, M. (2009) A global view of antibiotic resistance. FEMS Microbiol Rev 980 33, 44–65.

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Emiliano Salvucci esalvucci.wordpress

Imagen de cabecera tomada de http://indagadores.wordpress.com